Un kraal bien aventurado
El Kraal estrenó las nuevas barcas hinchables de grupo en una aventura muy especial.
Quedamos el sábado a las 8:30 en Santa Justa Hathi, Raksha, Eva, Visón, Ballenato, Lince, Águila, Manolo y Antílope para dirigirnos a… ¡sorpresa! Al final fue a Villanueva del Río y Minas. Una vez llegado el tren nos fuimos al río Huesna para remontarlo en barquita, no sin antes caerse Raksha al río, tranquilos que sigue viva.
Después del alucinante paseo en barquita llegamos a una cascada en las piedras azules así que tuvimos que recoger las barcas y seguir a pie la aventura. Pasada la hora de comer llegamos a nuestro destino, un ensanchamiento del Huesna donde nos podíamos bañar. Después de hacer una comida-merienda disfrutamos de nuestro merecido baño. Por la tarde Visón y Raksha nos abandonaron por motivos ajenos a su voluntad. Al cabo del rato Antílope y Ballenato se fueron al pueblo a buscar agua porque nos la habíamos bebido toda, mientras el resto buscábamos leña para hacer la cena.
Por el camino rescataron a Visón y Raksha que habían encontrado una dificultad para continuar. Una vez que volvieron con el agua nos pusimos a cocinar, esa noche tocaba sopa con choricitos a la brasa. Al cabo del rato nos empezamos a preocupar por Baloo que no llegaba, así que a medianoche organizamos una batida para ir a buscarlo. La cual duró muy poco ya que para nuestra sorpresa se trataba de un juego límite.
Comenzaban así nuestras actividades de la aventura… Después de un reconfortante sueño nos levantamos y desayunamos unas maravillosas tostadas a la brasa. Una vez que hicimos la digestión escalamos un recodo cercano para poder bajarlo ¡haciendo rapel! ¡Vaya alucine! No sin antes darnos Antílope un taller de cabullería allá en las alturas. Una vez que bajamos al suelo hicimos un taller de socorrismo acuático que nos vino estupendamente porque hacía muchísimo calor. Después del bañito almorzamos y comenzamos el retorno al pueblo para coger el tren de vuelta a Sevilla. El camino se hizo bastante corto a pesar de que no teníamos agua, hacia muchísimo calor y estábamos cansados. Pero una vez que llegamos al pueblo una lugareña nos ofreció amablemente agua en abundancia. El retorno en el tren lo amenizamos tocando la armónica y una vez llegado a Santa Justa nos despedimos y vuelta a casita todo el mundo.
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